CHILEAN WEY: DOS NACIONES UNIDAS POR LA MUSICA

El pasado sábado 4 de junio, la Ciudad de México fue testigo de un festival musical poco más que singular: Chilean Wey, evento que se realizó en el Pepsi Center del World Trade Center y que reunió en sus escenarios a proyectos musicales de dos naciones que, a lo largo de la historia, han estado íntimamente vinculadas por la música, México y Chile.

Texto por Fabian Aranda

Unos cuantos meses atrás…

Si echamos a andar la memoria, recordaremos con amargura que los espectáculos en vivo representaban un doloroso anhelo. Quienes consideran parte esencial de su vida asistir a un concierto, se hallaban en un profundo desconsuelo; quienes trabajamos en la industria musical, quedamos varados en un limbo desprovisto de esperanzas.

Sin embargo, había que seguir soñando… y entre los sueños puestos en pausa se encontraba una iniciativa que, en tiempos prepandémicos, podría antojarse imposible y por demás riesgosa: crear un festival musical más para la Ciudad de México. En medio del confinamiento, los 8 mil kilómetros que separan a Chile de México fueron superados, como todo, a través de las pantallas: fue ahí donde se gestó la idea de un festival de intercambio entre ambas naciones: Chilean Wey.

Cuando las condiciones comenzaron a mejorar, lo que muchos sospechaban se hizo real: tras la pandemia, la reactivación de shows no sería paulatina, sino que desataría con euforia. Las reprogramaciones y anuncios de nuevas giras y shows comenzaron a llover. En esa vorágine, el equipo de Chilean Wey, lejos de amilanarse, decidió ir por todo y liberó su cartel pocos días después de celebrada la edición 2022 de Vive Latino.

Lo singular del anuncio fue que Chilean Wey no se presentó como un festival más, sino como uno de carácter histórico y único. ¿Por qué? La originalidad de Chilean Wey giró en torno a tres rasgos clave: 1) Se planteó como el primer festival de ‘ida y vuelta’, es decir: tendrá un capítulo en México y otro en Chile, 2) Además de un festival, Chilean Wey está pensado como una plataforma de internacionalización e intercambio musical y 3) Uno de sus componentes fue crear un podcast en el que se narran parte de las historias que vinculan, musicalmente, a Chile y México.


Entre aquel martes 22 de marzo y el pasado sábado, Chilean Wey fue abriendo el apetito de un público un tanto olvidado por el resto de los festivales del país. Y es que tanto su conceptualización como su line up final convocaron a ese público ‘de nichos’ cuyo interés es esencialmente musical, aquellos que se desviven frente a sus bandas favoritas.

Las horas previas…

Los momentos que precedieron a Chilean Wey dejaron ver que, efectivamente, nos encontrábamos frente a un evento distinto a los demás, pues la cobertura del festival comenzó a manos de Frank’s White Canvas, dueto chileno que tomó las redes de Chilean Wey para narrar algo pocas veces visto: la salida de Chile de una comitiva de más de 50 artistas y staff que, finalmente, se reuniría con esos compañeros mexicanos a los que solo conocían por videollamada.


Una conferencia de prensa multitudinaria y un coctel de bienvenida en el que se dieron cita autoridades culturales tanto de Chile como México, ambos realizados en la víspera de Chilean Wey, calentaron aún más los motores y dejaron ver lo que sería el rasgo definitivo de Chilean Wey: un ambiente de abierta hermandad y amor por la música. Las jergas chilena y mexicana, que durante meses se combinaron para promocionar el festival, se unieron en una noche repleta de weyes y weones listos para el gozo total.

¡Por fin llegamos a Chilean Wey!

Por la mañana, la llegada del equipo y de los medios de comunicación se vivió un tanto diferente a la de otros festivales, pues el rush propio de estos eventos -acelerado y un tanto estresante- no hizo presencia: fue sustituido por risas, presentaciones y reencuentros largamente esperados. Conforme el público fue arribando, ese ánimo no hizo más que ensancharse.

Sumergida en esa particular atmósfera, la música comenzó a sonar. El Huaso Patiperro rompió el silencio para darnos una muestra, cargada de humor, del folklore chileno. Los asistentes disfrutaron y corearon “El Rey” en una versión que no era ranchera pero tampoco cueca. Unos minutos más tarde, Los Daniels abrieron el escenario principal, el escenario Bacán, celebrando sus primeros quince años de historia.

Mientras esto ocurría en la Ciudad de México, cientos de personas comenzaron a seguir la transmisión desde Chile, Colombia, Perú y muchos otros países. Una transmisión cuidada al detalle y conducida por quienes fueron los portavoces del festival durante los cuatro meses previos: Martina Orrego, por la arista chilena, y Miguel Solís, del lado mexicano.

El escenario Wey, un pequeño templete colocado en el corazón del Pepsi Center, fue el marco en el que el público siguió probando más del folklore chileno, gracias a la presencia de Manu Kuku, expertos en danzas polinesias de la isla de Rapa Nui, y más tarde de Tiempos del Sur, quienes dieron cátedra de los géneros que se cuecen en la región andina.

Ahí mismo desfilaron los más jóvenes exponentes del line up de Chilean Wey: Nicoletta Spinelli y Erich, de México, quienes representaron al nuevo sonido de la escena mexicana: la una al piano y el otro acompañado por su guitarra. Más tarde llegaron, desde Chile, K-Efe y Cancamusa, dos proyectos liderados por mujeres y cuya energía conectó de lleno con quienes se dieron cita el pasado sábado.

Tres talentos más formaron parte del escenario Wey: Manuel Suárez, el ex cantante de Guillotina, quien no solo fue recibido con muchísimo cariño sino que, fiel a sus costumbres rockeras, acabó en hombros del público. De similar intensidad fue el recibimiento para Kill Aniston y Chinoy, de México y Chile respectivamente, quienes quedaron asombrados al constatar que mucha gente acudió para escuchar específicamente sus canciones.

En el escenario Bacán, la sucesión de sonidos fue francamente espectacular: tras la energía de Los Daniels, dos agrupaciones encendieron el Pepsi Center haciendo derroche de actitud. La primera fue Elis Paprika, la segunda, Frank’s White Canvas. Si han escuchado la frase ‘el futuro del rock tiene rostro de mujer’, Chilean Wey lo confirmó.

Ases Falsos, una de las bandas más esperadas por el público, dio un show inolvidable en el que Cristóbal Briceño relató, además, los detalles de su aventura por el servicio de salud mexicano… sorprendentemente parecido al chileno. Por su parte, San Pascualito Rey dio por reiniciada la gira con la que en 2020 celebrarían 20 años de historia y elevó al público a un estado de paroxismo.

Ana Tijoux nos obsequió un show que nos dejó francamente boquiabiertos, pues los arreglos a sus temas fueron más allá del lujo, instalándonos en una atmósfera que destilaba soul, groove y su combativo flow. Con el ánimo calientísimo, Gondwana puso el reggae latinoamericano bien alto en la que fue la primera presentación en Ciudad de México con Panthy en la voz.

La noche ya estaba completamente instalada en Chilean Wey cuando De Saloon se reencontró con sus fans mexicanos: un repertorio redondo y energético dejó al público más que satisfecho. Después entró a escena Ely Guerra… la magia se apoderó del Pepsi Center, pues armada solamente con su voz y su guitarra, dio nueva vida a sus más queridos éxitos.

El cerrojazo corrió a cargo de Los Tres y no hay palabras suficientes para describir cómo lo hicieron. Sencillamente, salieron a hacer lo que aman y nos recordaron por qué son una leyenda. No hubo momento en que el público dejara de cantar y dar muestras de un cariño intenso por Álvaro y “Titae”. Al sonar los últimos acordes de “La espada & la pared”, un enorme y colectivo suspiro se apoderó del lugar: Chilean Wey superó las expectativas de todos…

El nacimiento de una comunidad…

Al margen de las excelentes presentaciones en las que cada artista dio lo mejor de sí, hay algunos rasgos de Chilean Wey que no queremos dejar fuera. El primero de ellos, sin duda, fue la calidad de su producción: un escenario bellísimo, una iluminación sorprendente y un audio rayano en la perfección reforzaron el trabajo de los músicos sobre el escenario. La calidad se replicó en la transmisión en vivo, pues además de disfrutar todos los shows del escenario Bacán, la audiencia gozó con las cápsulas y entrevistas preparadas para la ocasión… entre ellas la de Mau Durán, quien abrió el apetito para un posible reencuentro de Los Bunkers con México.

Pero no es solo la calidad lo que hace de Chilean Wey un festival único en su especie: la conformación de todo su equipo, mitad chileno y mitad mexicano, dio lección de humildad y hermandad, razón por la cual se respiraba un ambiente cálido y entrañable: cada una de las personas involucradas demostró que las fronteras son mentales y que es precisamente la diversidad de voces el mejor punto de encuentro y fraternidad.

El sábado pasado, justo como lo prometió Chilean Wey, los asistentes fueron parte de un evento histórico. No solo fue el arribo de un festival y una plataforma de intercambio; Chilean Wey no se limitó a posicionar una marca que vincula a través de la identidad y el amor… Chilean Wey, fue, sobre todo, el nacimiento de una comunidad que saltó por encima de 8 mil kilómetros para fundirse en un abrazo… y esta historia continuará en Concepción, Chile, en 2023…

Fotografías por Armando Ruiz.

Fernando Rios